Las autoridades de la Península de Yucatán tienen que efectuar medidas que demuestren ser efectivas, como prohibir el uso de los agrotóxicos y restauración de las zonas deforestados.
Después de 15 años de lucha contra megaproyectos, la deforestación y el uso de plaguicidas e insecticidas, apicultores de la Península de Yucatán ganaron un amparo que reconoce a las abejas como seres sujetos a derecho por su importancia en el medio ambiente.
El abogado Jorge Fernández Mendiburu recordó que, con el amparo, promovido ante el Juzgado Segundo de Distrito con sede en Campeche, se reclamaron las omisiones de las autoridades federales, que permitieron las muertes masivas de abejas en Hopelchén, y el reconocimiento de estos polinizadores para los ecosistemas.
“Hasta donde sabemos, no existe en México ni en Latinoamérica una sentencia que reconozca la importancia ecosistémica de las abejas por su función polinizadora. Ese reconocimiento que se hizo con base en estudios, la jueza decidió que la abeja, más allá de la labor en la apicultura, merece una protección”, aseveró.
También el Estado tendrá obligaciones que cumplir en toda la Península de Yucatán, aunque el amparo lo promovieron apicultores de Hopelchén, comentó. Todas las autoridades tienen que efectuar medidas que demuestren ser efectivas, como prohibir el uso de los agrotóxicos y restauración de las zonas deforestados, ejemplificó.
“No solo se habla de la relación económica de la apicultura, que realizan los pueblos de la Península, sino hay una importancia ecosistémica que juegan las abejas como polinizadores. También con la relación cultural de la apicultura como práctica prehispánica”, mencionó.
Marco Antonio Cupul Puc, productor de Dzonot Carretero, señaló que desde 2011 comenzaron una lucha contra los megaproyectos y empresas que utilizan plaguicidas. “Son los mismos agroquímicos, las mismas empresas, de los Chapur, y otras que han llegado del norte para asentarse en Yucatán”, dijo.
Jaime González Tolentino, quien ha documentado el exterminio masivo de las abejas, dio a conocer que tiene un registro de la muerte de seis mil colmenas por el uso del insecticida Fipronil, “que al esparcirse vuela unos siete kilómetros alrededor y mata todo a su paso” incluso para el ser humano.