La regidora Ana Gabriela Aguilar Ruiz propuso que las calesas tradicionales tiradas por caballos, sean las últimas, y los equinos que trabajan actualmente sea con las condiciones de bienestar para que no sufran golpes de calor u otras inclemencias del tiempo.
“Hay quienes asumen que, si retiramos de manera definitiva a los caballos, no servirán para otra cosa y su destino sea la muerte. Si ya los caleseros invirtieron, dejemos que trabajen con las condiciones de bienestar establecido en el Reglamento de Protección a la Fauna y no haya más caballos”, explicó.
“Que se sepa que no habrá la posibilidad de comprar nuevos caballos y lograr que las calesas eléctricas cubran el espacio turístico para de Mérida”, señaló. “Se trataría que todas las calesas o la mayoría de éstas, en algún momento, sean eléctricas”, expresó.
En opinión de la edil, el turista al tener la opción de las calesas tiradas por caballos o las eléctricas, elegirá las primeras. “Es normal, generan simpatías. No es un tema de concienciar al turismo, sino crear conciencia, desde la autoridad, que ya no más maltrato animal”, señaló.
De acuerdo con el artículo 67 del Reglamento Municipal para la Protección de la Fauna, establece que las calesas deben trabajar en los horarios de 7 a las 14 horas y 16 a 24 horas en primavera-verano y 8 a 14 horas y 15 a 23 horas en otoño-invierno.
El artículo 68 mencionó los cuidados que deben seguir los guiadores como son: un descaso mínimo de 15 minutos antes del siguiente recorrido por cada uno realizado, la persona dueña no puede hacer trabajar al animal más de cinco días consecutivos sin un periodo de descanso de veinticuatro horas antes del siguiente día de trabajo; la jornada de trabajo del animal no podrá ser de más de un total de ocho horas al día, y quienes conduzcan calesas, por manejar un vehículo de tracción animal, están obligados a cumplir el reglamento de la Ley de Tránsito y Vialidad del Estado de Yucatán.
El lugar, donde deben ser resguardados, deben cumplir los siguientes requisitos, según el artículo 66: Corral amplio y seguro; sombra para protegerlo del sol y la lluvia; comedero y bebedero en condiciones higiénicas; agua y alimento propio de la especie en cantidad tiempo y forma para su bienestar; agua corriente y drenaje para la limpieza del corral; eliminación diaria de desechos orgánicos en un lugar fuera de la zona urbana, donde la autoridad municipal determine, y fumigación del lugar donde habita el animal para controlar insectos, moscas, parásitos externos y garrapatas.
“No pueden trabajar todo el día y debe ser en horarios determinados que fija la autoridad en coordinación con los dueños de las calesas”, precisó. “Las patas de los caballos son para que estén en la tierra, en el césped, entre piedras probablemente. Pero no en el asfalto tan caliente de la ciudad”, recordó la edil.