- Conoce la peculiar historia de este camposanto en donde los muertos se la pasan muy bien y los vivos lo han convertido en un atractivo turístico
En Hoctún, el cementerio municipal se caracteriza por los alegres colores, figuras decorativas y esculturas de edificios o monumentos en las tumbas, bóvedas y mausoleos.
No hay maleza, no hay basura, se siente una vibra positiva, no hay rastro del olvido. Quizá por eso los muertos se la pasan muy acá y los visitantes están a gusto, confiados de no agarrar un mal aire.
“Originalmente, era el único panteón con mucho colorido. Pero hay muchos municipios que retoman esa idea de que sean camposantos coloridos. La idea original nace en Hoctún, donde podemos colores ver colores muy brillantes. Tanto es así que ha Hoctún se le ha dominado el lugar donde la muerte se viste de colores y alegría”, reseñó Raúl Lam Medina, director de Desarrollo Social y Gestión Municipal.
La tradición municipal data desde 1970 cuando Anacleto Cobá, conocido como “don Queleto” y recordado por sus familiares como “don Neno”, pintó las primeras tumbas con colores llamativos.
“Él dijo que no tenía muchas nociones de pintura ni albañilería, habilidades que desarrolló. Entre los colores que tenía eran muy brillantes, él decide aplicarlo en las tumbas. Al principio pensó que la gente se molestaría porque en los camposantos se utilizan colores tristes y apagados. Su sorpresa fue que a la gente le gustó y empezó a pedir más colores. Es lo que podemos ver en la conformación que tiene”, comentó.
Por el colorido y la buena vibra que se siente, el camposanto de Hoctún se ha convertido en un atractivo turístico para visitantes yucatecos, nacionales y extranjeros.
“El turismo coincide que es muy colorido, con muchas formas. Algo que me llama la atención es que no se siente la vibra como se percibe en los cementerios. Este cementerio nunca ha estado descuidado y por los colores da una buena vibra, durante todo el año se mantiene visitado y arreglado. Yo, como encargado, me esmero por tener las tumbas limpias”, comentó Juan Manzanero, encargado del cementerio.
Las tumbas, osarios o bóvedas son pintadas y decoradas de acuerdo con el gusto de la persona fallecida. Es por eso que se observan resplandecientes girasoles, la torre Latinoamericana, el Castillo de Chichén Itzá o la casa típica maya, por mencionar algunos ejemplos.
En Hoctún, la comunidad celebra con mucha alegría a sus difuntos; las familias invierten de $700 a 1,500 pesos para dejar las tumbas muy coloridas como una forma de recordar a quienes se adelantaron al otro mundo. Por ahí se dice que no existe muerte más triste que el olvido de los vivos por quienes partieron al más allá.