“Todo comenzó con calentura y diarrea”, relató pescador
La mar y el cielo fueron testigos del monstro al que Ramiro y un compañero de tripulación se enfrentaron a 105 millas náuticas de la costa yucateca, en el sur de la zona conocida como “Callo nuevo”.
El experimentado pescador temió por su vida. A lo largo de 52 años se enfrentó a muchos problemas que la pesca ribereña y de altura traen como aquella vez que su lancha se hundió en una turbonada o la descomprensión que sufrió hace seis años, cuando estaba permitida la captura del pepino de mar. Por gracia divina, este varón se salvó de la muerte.
En esta ocasión, “Ramiro” enfrentaba un enemigo que no estaba en las profundidades del mar ni era tan grande como un megalodón, pero que sí ha cobrado casi un millón de vidas en el mundo. Es pequeño, diminuto. Se trató de Covid-19.
“Todo comenzó con diarreas y calentura, que después desapareció para que apareciera un dolor de cabeza con sudoración. Después de 10 días, me levantaba para ir al baño y sentí que me faltaba el aire”, relató.
Por las complicaciones de la enfermedad, la embarcación regresó pronto a tierra. Una vez en casa, consultó con un médico particular, quien después de una valoración, sin mandarlo al laboratorio para que le apliquen el hisopado o le tomen una muestra de sangre, le dijeron que había dado positivo al virus del Sars-Cov-2.
Con respecto a los otros tres pescadores, que integraban la tripulación, no presentaron ningún síntoma y hasta hora ninguno ha manifestado la infección.
“Sólo nos checan, por el malestar que tenemos, la tos y la falta de aire nos dicen que es eso”, comentó.
El hombre de mar opinó que las autoridades sanitarias deben aplicar los exámenes a todos los pescadores que regresan de alta mar. Sin embargo, reconoció que la ignorancia de los ribereños es un obstáculo a vencer. “No nos gustan que nos hagan algo. Hasta que nos sentimos muy mal es cuando acudimos al doctor”, reconoció.
El tratamiento, a base de azitromicina y paracetamol, sólo sirvieron para aminorar los malestares de la Covid. Agradecido con Dios, “Ramiro” todavía padece las secuelas, mientras espera concluir la concluir la cuarentena para embarcarse y zarpar de nuevo.