El cambio de uso de suelos desencadenó varios problemas que repercuten en el agua
La situación del territorio de la Península de Yucatán es crítica. El principal factor es el cambio de uso de suelo que desencadena otros problemas como los desarrollos inmobiliarios mal planificados, proyectos agro-industriales asentados en zonas no aptas y el Tren Maya, advirtió la doctora en geografía ambiental Yamile Aguilar Vázquez, investigadora y presidenta de la Asociación Mexicana de Estudios sobre el Kars (AMEK).
Los cambios de uso de suelo permitieron desarrollos habitacionales en los últimos 20 años. Estos asentamientos han llevado problemas de agua como la baja de presión que, a su vez, pudieran deberse al mantenimiento de la red de suministro.
“Muchas veces, al construir fraccionamientos se tapan cavidades como algún cenote. Cuando tapan esas oquedades obstruyen los flujos naturales del agua y tenemos esas consecuencias como inundaciones por ascenso del nivel freático”, explicó.
En el caso de los asentamientos urbanos en zonas costeras se corre el riesgo de la inclusión salina, porque no hay agua de buena calidad. “Muchas veces, esos asentamientos requieren de agua potable y lo que tienen que hacer es jalar agua de tierra adentro. A mayor extracción, cuesta la demanda y es mayor la probabilidad de jalar agua salina hacia los depósitos de agua dulce”, detalló.
A más habitantes, la demanda del uso de agua incremento lo que originaría los colapsos del terreno o socavones, que se describen como aperturas en el territorio como han sucedido en Campeche, Quintana Roo y Yucatán.
Proyectos agroindustriales
La otra amenaza son los proyectos agroindustriales, que no siempre están situados en zonas aptas para que se lleven al cabo, sobre todo cuando se refiere a los términos ambientales.
En el caso del Tren Maya, también está relacionado con el método de venta de terrenos y puede desencadenar el crecimiento de megaproyectos en toda la Península, señaló la entrevistada, quien recordó que la AMEK siempre trata de hacer los estudios previos a cualquier proyecto.
A título personal, opinó que lo preocupante son los proyectos asociados a una obra en la que no hay un consenso en el que argumentan a favor y en contra.
La preocupación es el Tren atraiga otras inversiones como “ciudades sustentables” y actividades turísticas que no están vinculadas a las actitudes del territorio.
Muchos inversionistas llegan a la Península atraídos porque en la región hay mucha agua, lo que no es cierto.
Por tal motivo, la investigadora pidió terminar con ese mito. “No es lo mismo el sur de la Península, que el Centro o la Costa. Cada zona tiene particularidades que son importantes conocer y es importante estudiar previo a megaproyectos”, precisó.
La bióloga exhortó a las autoridades de los tres niveles de gobiernos a tener mucha voluntad política y ética para que no se privilegien unos sectores y se tome en cuenta que hacen las comunidades, que tienen mucho interés de mostrar cómo trabajan en los territorios.
Reunión Anual de Amek
Con el propósito de conocer e investigar sobre los territorios kársticos del país, del miércoles 20 al viernes 22, se realizó la V Reunión Anual de la Asociación Mexicana de Estudios del Kars (AMEK). En el encuentro, investigadores del Sur-Sureste y otras partes del país analizaron los aspectos físico-geográficos que tienen que ver con los suelos, del agua, los y los aspectos ecológicos y sociales.
“En esta ocasión incluimos la exploración y espeleología, turismo sustentable, gobernanza, impacto ambiental, economía ambiental, ciencia ciudadana y planeación urbana y regional. Los temas son amplios, variados, desde las ciencias naturales hasta las ciencias sociales, siempre y cuando tengan relación con los territorios kársticos”, confirmó Eduardo Cejudo, investigador Cátedras Conacyt, adscrito al CICY y a la Unidad de Ciencias del Agua en Cancún.
La sede física fue la Universidad Anáhuac de Cancún, Quintana Roo. Debida a la situación actual, se realizaron exposiciones a distancia y de manera presencial.
El Comité Organizador local estuvo integrado por el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) en conjunto con la Universidad Anáhuac Cancún y Universidad Politécnica de Quintana Roo.
También se involucraron la directiva de AMEK, Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), Cinvestav Mérida, Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap) y Centro de Investigaciones de Geografía Aplicada de la UNAM.