Max, un joven que vive por la Avenida 86, recorre las colonias y fraccionamientos del sur de Mérida para ganarse la vida
Max, un joven con parálisis cerebral, se gana la vida vendiendo chicharrones por las colonias y fraccionamientos del sur de Mérida. Se le caracteriza por su amable atención al cliente, promocionar sus productos, insistencia para cerrar sus ventas y, trasladarse en un triciclo, donde lleva la mercancía y una grabadora en la que suenan las canciones de Los Ángeles Azules.
Vive en la Avenida 86 y todas las tardes vende bolsas de chicharrones. Son los datos que proporcionó el entrevistado. Se le preguntó si cuenta con alguna beca de la Secretaría de Bienestar, respondió que no sabe de eso y prosiguió a ofrecer su botana.
Max transitaba por el parque lineal del fraccionamiento San Marcos, Ciudad Sustentable. Entre la oscuridad, era complicado saber de su presencia pues pasaba inadvertido como muchos otros vendedores de panes y golosinas que pasan con sus motos o triciclos en el desarrollo inmobiliario.
Pero, al joven lo caracterizaba algo. Una grabadora pequeña, en la que, a todo volumen, reproducía “17 años”. Su voz se perdió entre la cumbia, los ladridos, el calor y la mente distraída de un vecino.
Max hizo el primer contacto: «¿Quiere comprar una bolsa de chicharrón? Cuestan 11 pesos». Pero el individuo no le prestó atención, pues al escucharlo le preguntó el costo por la bolsa del pan.
El vendedor le respondió que no vende pan y, de nuevo, ofreció su botaba. Al individuo no le quedó más que pelar los dientes y decirle una mentira piadosa: «Dame chance, voy a comprar algo para cambiar mi billete».
Ambos continuaron sus caminos, coincidieron en una tienda de productos para mascotas. Ahí Max, quien hasta hace unos minutos era un completo desconocido, cerró la venta, demostró su habilidad para los números, platicar y continuar con su trabajo.
La propietaria del establecimiento le compró dos bolsas de chicharrones, la transacción se hizo. Por un momento, Max se bajó el cubrebocas para respirar y retomar fuerzas, ya que el calor y el cubrebocas eran asfixiantes en la última tarde de marzo, posteriormente se lo colocó para continuar su trayecto.