También las granjas porcícolas contribuyen a ese fenómeno; se calcula que en Yucatán 40 mil hectáreas han sido perjudicadas
El deterioro de 40 mil hectáreas de manglar, así como las mareas rojas son productos de las contaminaciones urbana y agropecuaria, informó el doctor Jorge Herrera Silveira, investigador del Departamento de Recursos del Mar del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) Mérida.
«Toda el agua subterránea, sea donde que se descargue, el destino final es el mar. No sólo es el agua de las granjas porcícolas, sino de la ciudad que perjudican los manantiales», afirmó el entrevistado, quien participa en el 2o. Congreso Manglares de América.
Hace 15 años, recordó, se llegó a un acuerdo de que los nuevos desarrollos urbanos iban a tener sus plantas de tratamiento. «¿Dónde está el cumplimiento del acuerdo? Todavía se construyen fraccionamientos sin plantas de tratamiento», señaló.
La negligencia de las desarrolladoras inmobiliarias, con la omisión de las autoridades, han facilitado que en Yucatán se construyan proyectos habitacionales «grandes y depredadores» como Ciudad Maderas en Chuburná. «¿Dónde está el cumplimiento que los nuevos desarrollos deben tener plantas de tratamientos? ¿Por qué siguen construyendo viviendas si hay una sobre oferta?», comentó el doctor.
Durante el sexenio del entonces gobernador Patricio Patrón Laviada (2001-2007), en la que hubo fuertes mareas rojas, se firmó un acuerdo para regularizar las granjas porcícolas y los desarrollos habitacionales, que debían contar con sistemas de aguas residuales.
Tanto las mega granjas porcícolas como los grandes desarrollos inmobiliarios «se dan un quite» por cual genera más deterioro al medio ambiente de Yucatán, señaló.
Además, dicho problema se extiende a los municipios costeros donde hay construcciones muy cercanas a los humedales. «En Dzilam de Bravo, el mismo terreno se ha vendido cuatro veces. O en El Cuyo que quieren hacer una extensión de Holbox, lo cual sería depredador pues es una zona muy sensible que debería conservarse porque es donde se recluta la mayor producción de langosta», ejemplificó.
El entrevistado planteó como una solución la creación una ley estatal para detener las construcciones en los humedales costeros hasta no verificar cuales son las condiciones actuales y cómo recuperarlos. «Todavía es el momento de hacer un “stop”, recuperar y mejorar las condiciones de las comunidades que lo sufren», opinó.