Las claves están en su preparación para que no se convierta en un alimento de alto contenido calórico
La crisis económica, derivada de la pandemia del Covid-19, modificó el consumo de los alimentos en las familias. Ante la disminución de ingresos, las amas de las casas tuvieron que hacer ajustes en la despensa y adquirir la pasta, un producto que se puede encontrar desde los 6.30 hasta los 13 pesos.
De acuerdo con el Inegi, entre marzo y julio, en el inicio de la emergencia sanitaria la venta creció 20.9% anual en volumen en el país.
El yucateco suele consumir con frecuente este producto procesado, que pertenece a los almidones, comentó la doctora Alina Dione Marín Cárdenas, coordinadora de la licenciatura en Nutrición de la Facultad de Medicina de la Uady.
“Este producto debe consumirse en porciones adecuadas para cada ocasión y para cada persona; sin embargo, no significa que sea un alimento malo ¿Qué es importante también? Cómo lo voy a preparar. Si le agregó crema, puedo decir que estoy consumiendo un producto altamente calórico”, explicó.
La pasta, al ser un alimento complementario, debe combinarse con verduras y una proteína. “Yo la recomendaría, desde mi experiencia, no más allá de las 10 de la noche. En una cena con una copa de vino para contrarrestar y en una porción adecuada, dependiendo del tipo de pasta y en el momento en el que estés”, sugirió la nutrióloga.
Otra clave está en cuidar las cantidades, pues de muy poco ayudará si se come en exceso, independientemente si la presentación es tradicional, vegana o integral.
“Es un producto industrializado y por su fácil preparación es muy consumido entre la gente”, añadió.
También se come la pasta en los almuerzos, pero antes de ingerirla, la nutrióloga recomendó consumir una ensalada de vegetales para tener una comida, es decir, combinar vitaminas y cereales.