Los pacientes con depresión y ansiedad sufren rechazo y discriminación por el desconocimiento que hay alrededor de los padecimientos, sobre todo, en el ámbito laboral y social. Se estima que 1 de cada 4 personas padece o padeció algún trastorno mental en algún momento de su vida, que representó una carga económica para los afectados.
Durante años la salud mental es tema tabú, por eso, es momento de hablar abiertamente de su magnitud, sufrimiento, la carga que representa para los individuos, familias y sociedad y actuar para lograr un cambio significativo por medio del conocimiento y la empatía, dijo la Dra. Georgina Chi.
Aunque la mayoría conoce algunos síntomas asociados a los padecimientos solo 2 de cada 10 personas busca algún tipo de ayuda, porque en gran medida hay la creencia de que no es posible atender las enfermedades mentales, abundó.
Las personas no siguen un tratamiento adecuado por los mitos que hay alrededor de los medicamentos, entre ellos, que son adictivos, tienen efectos secundarios o tomarlos representa falta de control de la situación; sin embargo, desde hace más de medio siglo se demostró que administrándolos de forma correcta son seguros y eficaces.
Ante la sospecha de algún problema, el paciente guarda silencio o tiene miedo de reconocerlo, por eso, los médicos deben ser intuitivos para cambiar sus percepciones con asesoría completa para él y su familia, agregó.
El camino que se recorre para encontrar una solución al problema puede tardar en promedio 15 años que, además, de parecer infinito, puede sumar frustración y desesperanza a los afectados. Cuando los pacientes tienen un problema, lo primero que hacen en buscar información en internet para saber qué hacer y por la gran cantidad de información, por lo general, no saben qué camino elegir, lo que genera incertidumbre y se automedican.
Romper la barrera de la información y búsqueda de ayuda es necesario para dar un buen tratamiento y seguimiento a esas enfermedades. La atención de la depresión y la ansiedad requiere de la voluntad de los involucrados: industria, gobierno, profesionales de la salud y sociedad, pues “romper el silencio y empezar a hablar de esos trastornos son el primer paso hacia una sociedad con mayor bienestar psicológico y calidad de vida”, finalizó.