La pandemia transformó todas las formas posibles y confirmó que sólo quien se adapta sobrevive, pues en pocos meses, el mundo adoptó y aprendió capacidades tecnológicas que no distinguen edad, sexo, raza ni condición profesional.
La pedagogía se vio obligada a digitalizarse aceleradamente y descubrió un nuevo sentido para entrar en acción urgente y tratar de empatar desigualdades en el capital humano de las instituciones educativas, el acceso a internet y en la adopción de dispositivos móviles, en un mundo en donde aproximadamente el 50% de la población tiene analfabetismo digital.
La globalización nos unió de tal forma que hoy todos podemos compartir nuestro conocimiento, costumbres y economía vía plataformas digitales, dijo el líder en mercadotecnia Ingrid Motta
La educación está enfrentando un nuevo fenómeno, porque nunca una generación fue educada por otras teniendo una brecha tecnológica tan grande como ahora, agregó.
Se deben analizar las fortalezas y debilidades que las redes digitales de comunicación e interacción tienen, para utilizarlas no sólo como usuarios, sino como creadores en la vida académica y desde el punto de vista de estudiantes y profesores.
Un punto a favor de las redes sociales y plataformas digitales es que crean comunidad que permiten compartir historias, intereses, proyectos y objetivos comunes. Logran crear espacios físicos en un mundo virtual, ideales para la convivencia. Todos podamos interactuar y generar una cohesión de ideas e ideales.
Son inmediatas y no tienen horarios. Un equilibrio de base de conocimientos entre todos los que ahí interactúan y aprenden. La libertad de participación porque son un espacio flexible y creativo.
La tecnología construye vínculos que aparentemente podrían ser más fríos y distantes, pero están fortalecidos por las interacciones sociales previamente construidas en la convivencia personal y hacen que el proceso sea mucho más empático y personalizado que si antes no hubiese contacto físico y emocional, expresó Ingrid Motta.
A medida que la tecnología avanza se tendrá que tomar decisiones éticas de cómo usarla, cómo interactuar con sus parámetros y cómo conectarnos con otros, sin dejar de lado la empatía.