Existen infinidad de teorías e historias sobre el origen de las lenguas: desde la hipótesis de la monogénesis —«único origen»—, hasta la poligénesis —«varios orígenes»— y los relatos de orden mítico o religioso, como la historia de la Torre de Babel, los cuales manifiestan la necesidad humana de comunicación.
Aunque actualmente disponemos de múltiples herramientas para comprender lenguas extranjeras —traductores en línea, escuelas de idiomas, sofisticados instrumentos que pueden traducir en tiempo real—, en el siglo XIX, carente de tantas facilidades, Jean-François Sudre, un músico e inventor de origen francés, diseñó una lengua universal que, por medio de la música, formara un puente entre todos los idiomas conocidos: el solresol.
El lenguaje filantrópico
Las primeras etapas de su desarrollo fueron recibidas en París como un curioso espectáculo: durante 1824 y 1825 Sudré recorrió Francia con sus dos jóvenes alumnos, Ernest Deldevez y Charles Lasonneur: él tocaba el violín y ellos «traducían» el sonido al francés. La milicia se interesó por utilizarlo como un posible código de guerra y ofreció patrocinar el proyecto con la condición de que redujera las doce notas en las que el lenguaje original se basaba a un esquema de cuatro, el número máximo que el clarín militar podría producir.
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Sudre pasó los siguientes dos años adaptando su lenguaje a este nuevo código, al que nombró Telephonie. A pesar de lograr varias pruebas exitosas, e incluso demostrar que sus formas básicas podían ser aprendidas en 45 minutos, la milicia fue perdiendo el interés y retirando su apoyo monetario. Sudre estaba por abandonar el proyecto, cuando, según sus propias palabras, «una idea filantrópica comenzó a dominar su pensamiento: usar este método como una forma de comunicación para toda la población de Europa». Así, en 1929 modificó el código Telephonie para trabajar con las siete unidades mínimas que son las siete notas musicales: do, re, mi, fa, sol, la y si; la combinación de éstas y su acentuación da origen a las palabras; por ejemplo: solresol significa ‘lengua’.
Gramática musical El solresol está compuesto por 2660 palabras: 7 monosílabos, 49 bisílabos, 336 trisílabos y 2268 cuatrisílabos, todos agrupados de acuerdo con su significado o relación entre sí, según su primera sílaba o nota: Doredo – tiempo Doremi – día, jornada Dorefa – semana Doresol – mes Dorela – año Doresi – siglo
Para aprovechar el vocabulario, la misma palabra es empleada como sustantivo, verbo, adjetivo y adverbio; se distinguen una de otra según el énfasis —o acentuación— que se da en determinadas sílabas. Por ejemplo, los sustantivos se forman «acentuando» la primera sílaba: Milasi – amar (verbo) Mílasi – amor
Para simplifcar su uso, no existen los sinónimos; los antónimos se forman invirtiendo el orden de las sílabas: si la palabra «bien» se escribe mi-sol, la palabra «mal» la escribiremos sol-mi
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Los adjetivos se distinguen por acentuarse en la penúltima sílaba, y siempre se colocan después del sujeto al que describen: Dosido – ayudar Ladosol dosído – libro útil
Para los adverbios se coloca el acento en la última sílaba. Ésta es una de las reglas de acentuación que ayuda a la comprensión auditiva: Solsire – feliz Solsiré – felizmente
Los verbos siempre están en presente infinitivo; para dar tiempos verbales se requiere emplear las partículas dd, rr, mm, ff, soso, ll, ss: Dore faremi – yo soy Dore dd faremi – yo fui Dore rr faremi – yo he sido Dore mm faremi – yo seré
La comunicación multisensorial
Esta lengua puede ser interpretada y escuchada a través de un instrumento musical, sintetizada en forma de notas abreviadas —D, R, M, F, So, L, S— o como notas en un pentagrama. Usted podría preguntarse ¿qué opciones tengo si no cuento con educación musical?, ¿qué pasa con una persona sorda o muda? Estas interrogantes también fueron pensadas por Sudre, quien buscó la forma de ser incluyente y así poder darle la universalidad a su lengua.
Además de la escritura, el creador del soresol integró colores: rojo, naranja, amarillo, verde, azul cielo, azul marino y rosa, los cuales corresponden a las siete notas —o siete letras—. Esto no sólo facilita el aprendizaje, también permite la comunicación a distancia por medio de luces de colores.
No conforme con esto, Sudre implementó un sistema táctil: si una persona toma de la mano a otra, con el dedo índice de la mano derecha, podrá decirle cualquier cosa: los números del 1 al 7 representan las notas. Así, un toque significa do; dos toques re, y así, sucesivamente. Incluso propuso una representación estenográfica, usando un método de escritura que se vale de trazos breves y simples, fácilmente recordables, los cuales corresponden a sílabas concretas; para escribir una palabra deben conectarse de izquierda a derecha.
Sólo un «intermediario»
Pese a los esfuerzos de Sudre, muchos expertos y estudiosos de las lenguas no apoyaron su propuesta. Algunos de los argumentos en contra de este «lenguaje universal» incluyen el hecho de que no cuenta con una doble articulación y su simplicidad, pues el significado de una sola palabra abarca también sus sinónimos, provocando mensajes simples que carecen de los matices necesarios para lograr una comunicación ideal y dejando toda la carga de la correcta interpretación al contexto en el que es dicho un enunciado.
El género femenino en las palabras se obtiene repitiendo la última vocal, por ejemplo: sila significa ‘niño’, consecuentemente silaa significa ‘niña’, sisol significa ‘señor’ y sisool ‘señora’. De igual forma, los plurales son indicados al alargar la última sílaba
Sin embargo, este mismo argumento sostiene que, al tener menos palabras, es más fácil memorizarlas, por lo que se evitan las complicaciones del resto de las lenguas que poseen varios vocablos para definir un mismo objeto. Asimismo, este lenguaje no pretende sustituir a los demás idiomas, únicamente funciona como intermediario. También se le critica la falta de un ritmo establecido, es decir, no hay una regulación de la velocidad con que se habla e interpreta en un instrumento —al menos no para alguien carente de educación musical—. Este punto puede ser confuso, debido a que la unidad básica son siete sílabas y sus combinaciones; consecuentemente, si se escucha a una velocidad relativamente «rápida», podría causar errores de interpretación, ya que todas las palabras «suenan» similares, y los silencios de separación pueden fácilmente pasar inadvertidos.
El solresol resulta interesante y versátil gracias a su amplia gama de posibilidades, saliendo de los parámetros convencionales que forman los idiomas nativos pero sin tener la doble articulación necesaria para que una lengua se considere lengua. Sin embargo, su auge duró poco y no tardó en perder popularidad con la aparición de otras lenguas artificiales, como el olapük y el esperanto. Hoy en día aún existen algunos grupos que lo practican, particularmente en internet, y no dejan de alimentar la llama, esperando que se retome «el lenguaje universal»
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